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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
Las tres etapas de centración en el Camino de la Autorrealización espiritual
 

Anatomía de Dios/Las tres etapas de centración en el Camino de la Autorrealización espiritual


Las tres etapas de centración
en el Camino
de la Autorrealización espiritual

En cierto tiempo, ya hace muchos años, creamos una película llamada Tres etapas de centración que constaba de muchas partes y tenía una duración total de 20 horas. Sin embargo, desde entonces la tecnología de vídeo ha avanzado muchísimo y hoy aquella película, únicamente por motivos técnicos, se hizo irremediablemente anticuada.

Al igual que la tecnología de vídeo, nosotros también hemos avanzado en el Camino del perfeccionamiento espiritual en los últimos años. Por ende, surgió la idea de volver a examinar aquel tema enriqueciéndolo con el conocimiento y la experiencia que hemos obtenido recientemente.

Este breve artículo no está destinado a describir los numerosos matices del Camino espiritual. Aquí solamente queremos presentar al caminante las «coordenadas» principales de este Camino. Y acerca del resto, se puede leer con detalles en los libros mencionados en la bibliografía.

1. Primera etapa

En cualquier país y en cualquier localidad, las personas difieren significativamente entre sí. No se trata de las diferencias de género o nacionalidad, sino de la diferencia fundamental que consiste en la calidad de las almas encarnadas. Esta calidad depende de su edad evolutiva y de las propiedades (o cualidades) que estas almas han desarrollado en sí durante sus encarnaciones.

Algunas personas sólo son capaces de llevar una vida parecida a la de los animales o aún peor que ésta. Son impulsadas únicamente por las emociones de agresión, de envidia, de ansiedad, de lujuria (deseo sexual egoísta), de venganza, de celos… Al encontrarse en un ambiente religioso, solamente pueden pordiosear el perdón de Dios por sus pecados imaginarios o reales, participar en los ritos de supuesta «salvación» y «celebrar» (con la borrachera y a veces hasta con el alboroto) unos u otros eventos de la historia. Al caer bajo la influencia de las personas fuertes, a menudo de naturaleza diabólica, se incorporan fácilmente a las muchedumbres de los fanáticos religiosos, muy parecidas a las bandas de los aficionados de diversos equipos de fútbol o a las bandas formadas por los funcionarios activos de los regímenes políticos criminales.*

Lo opuesto a la gente mencionada son las personas con un intelecto ya desarrollado en el proceso de su evolución personal. Ellos son verdaderos (a distinción de los que han caído en este ámbito por casualidad) científicos, escritores, artistas, periodistas, empresarios exitosos y políticos.

No es propio de estas personas aceptar las formas religiosas primitivas y, por ende, la mayoría de ellas viven como ateos hasta que encuentran un concepto religioso-filosófico intelectualmente fundado.

Sin embargo, ellas —las personas con un intelecto desarrollado— son las que pueden progresar rápidamente en el Camino espiritual. Es así, porque sin tal intelecto ni siquiera es posible comprender los fundamentos de la ética. ¡Y sin su asimilación, el Creador no permitirá acercársele!

Cuando una persona intelectualmente desarrollada se ha encontrado, por fin, con el verdadero conocimiento religioso-filosófico, cuando lo ha estudiado profundamente y ha aceptado en su vida los principios de nuestra existencia en la Tierra propuestos por Dios, entonces puede comenzar la primera etapa del desarrollo psicoenergético que consiste en el desarrollo de uno mismo como corazón espiritual.

En el organismo de cada persona existen siete órganos bioenergéticos llamados chakras.

Entre éstos, el papel más importante lo desempeña el anahata, el chakra central, responsable de la generación de toda la gama de las emociones de amor.

Más arriba que el anahata, se encuentra el vishuddha, el chakra del cuello, responsable de la evaluación estética de las situaciones.

Aún más arriba, en la cabeza, se encuentran los dos chakras (ajña y sahasrara) que desempeñan las funciones intelectuales.

Debajo del anahata, en la parte superior del abdomen, está el chakra manipura. Su función es suministrar energía al organismo.

En la parte inferior del abdomen, se encuentra el chakra svadhisthana, que produce las emociones sexuales.

En la parte más baja de la pelvis está el chakra muladhara, que participa en la acumulación de la energía del organismo. (Pueden encontrar más detalles sobre los chakras en el libro [9]).

Todos los chakras son necesarios. No existen entre éstos «buenos» ni «malos», como a veces se cree. Es deseable limpiar completamente todos los chakras de las contaminaciones energéticas, expandirlos y desarrollarlos.

El chakra anahata es el chakra más importante en el Camino espiritual. Después, según su importancia, sigue el chakra sahasrara, que se localiza en la parte superior de la cabeza y coincide con los grandes hemisferios del cerebro. Un alto nivel de desarrollo de este chakra señala una elevada capacidad intelectual de aquel que lo posee, lo que es muy importante para su progreso espiritual seguro.

Sin embargo, para que este progreso sea posible, tal persona debe dejar de estar centrada en su cabeza y aprender a permanecer con la concentración de la conciencia en el chakra anahata.

Así es como progresaron todos los verdaderos practicantes espirituales de diversas tradiciones religiosas, incluyendo a los cristianos hesicastas [9].

Podemos decir que quienes han aprendido a centrarse en el chakra anahata han cumplido la primera etapa fundamental del Camino hacia Dios.

Es importante obtener dicho resultado no sólo para avanzar hacia los logros espirituales más altos, sino también para vivir en armonía y en un estado de felicidad a pesar de las circunstancias. ¡Además, aquel que ha logrado establecerse en el chakra anahata se convierte en un candil espiritual y muchas personas* empiezan a buscar la comunicación con tal practicante! ¡Esta persona cordial también se vuelve inmune a muchas de las enfermedades, propias de aquellos que viven constantemente en las emociones negativas!

El Creador es la forma más sutil de la conciencia.

Sus antípodas son los habitantes del infierno, el «basurero» del Proceso Evolutivo. Según su estado emocional, son los seres más groseros que han desarrollado esta cualidad durante sus encarnaciones terrenales.

Entonces, el Camino hacia el Creador consiste, entre otras cosas, en la refinación de la conciencia. Pero ¿cómo refinarla? Se lo puede hacer a través del control de las propias emociones, lo que se logra mediante el arte de la autorregulación psíquica. [9]

Aclaro que las emociones son los estados de la conciencia (o alma) y al dejar el cuerpo material después de su muerte, una persona se queda en el mismo estado al cual se acostumbró durante su encarnación. ¡De este modo tal persona predetermina el infierno o el paraíso para sí!

De aquí podemos darnos cuenta de la importancia que tiene el trabajo con el chakra anahata. Pues en este chakra no pueden nacer los estados emocionales groseros, sino sólo las emociones sutiles de amor, tales como la ternura, la gratitud, la veneración y otras.

Por lo tanto, si vivimos constantemente en este chakra, podemos desacostumbrarnos completa y fácilmente de los estados groseros de la conciencia y, por el contrario, acostumbrarnos a los estados sutiles.

Es más, las emociones de amor son las que pueden acercar y unir a las almas. Aprendiendo a amar durante los contactos con diversos objetos terrenales —las personas, los animales, las plantas, la naturaleza viva, las bellas obras de arte— nos preparamos para la Unión con las Almas Divinas o Espíritus Santos y luego para la Unión con la Conciencia Primordial.

2. Segunda etapa

Así que, en el Camino espiritual debemos esforzarnos por alcanzar la sutileza propia de la Conciencia Primordial. También debemos desarrollar el poder de la conciencia después de hacerla sutil. Este poder nos permitirá actuar eficazmente dentro y fuera de nuestros cuerpos materiales, trasladarnos de una dimensión espacial (o eon, loka) a la otra y mantenernos en cada una de éstas. Pero ¿de qué depende el poder de una conciencia individual? Depende directamente de su tamaño.

Entonces surge la pregunta: ¿cómo podemos convertirnos en almas grandes (o mahatmas) durante una encarnación? Lo podemos hacer sólo mediante los entrenamientos especiales destinados al desarrollo de uno mismo como alma.

El corazón espiritual es la estructura de la conciencia que en condiciones favorables empieza su crecimiento dentro del chakra anahata. Si uno sigue desarrollando su corazón espiritual y luego sigue desarrollándose ya a uno mismo como corazón espiritual, puede llegar a ser más grande que su chakra anahata dentro del cuerpo, luego más grande que su cuerpo entero y luego aún más grande, y así hasta la infinidad.

¿En qué consisten tales entrenamientos? Al comienzo, cuando ya hemos aprendido a permanecer en el chakra anahata, podemos empujar sus paredes desde adentro con los propios brazos de la conciencia. Después podemos llenar los «capullos» de las plantas energéticamente sutiles y fuertes (plantas de poder) y luego llenar las Formas de las Conciencias de los Maestros Divinos —los Espíritus Santos— en Sus zonas de trabajo.

Con todo, está claro que para percibir a los Maestros y para comunicarnos productivamente con Ellos, debemos tener el mismo nivel de refinación de la conciencia.

Los Espíritus Santos salen, con una parte de Sí Mismos, de Su Morada y atraviesan libremente —permaneciendo en Su eon— la tierra y todos los objetos materiales manifestándose para las personas encarnadas como Mahadobles, unas Formas antropomorfas gigantes, compuestas de Luz sutilísima parecida al fuego que tienen, en la superficie de la Tierra, una altura y un diámetro desde decenas de metros hasta muchos kilómetros.

Si hemos aprendido a unirnos con los Maestros Divinos a través de entrar en Sus Formas, entonces con Su ayuda podemos crecer gradualmente como conciencias dentro de estas Formas.

Jesús el Cristo y algunos de Sus Apóstoles, Krishna, Babaji, Sathya Sai, Ptahhotep, Elisabeth Haich, Ngomo, Pitágoras, Thoth el Atlante, Adler y muchos Otros* están dispuestos a ayudarnos en tal crecimiento. Pero vuelvo a decir que debemos ir preparándonos durante mucho tiempo para poder no solamente verlos, sino también comunicarnos con Ellos tan fácilmente como lo hacemos con las personas encarnadas.

Luego naturalmente surge otra pregunta: ¿cómo conocer al Creador Mismo?

Uno de los métodos preparatorios (aunque existen otras técnicas también) consiste en llenar (con la conciencia desarrollada) el núcleo de nuestro planeta y después establecerse allí.

El núcleo ardiente de la Tierra es aquella parte del planeta que —en la dimensión espacial respectiva— es cualitativamente muy cercana al estado del Creador. Es como un enlace entre Él y el componente de Su Creación llamado planeta Tierra. Y este enlace puede servirnos para pasar a la Morada del Creador.

Cuando el practicante puede experimentar a voluntad que el centro de él o ella (como conciencia) se encuentra en el núcleo del planeta, significa que ha cumplido la segunda etapa de centración.

Sin embargo, para lograrlo, es necesario primero llenar completamente con la conciencia nuestro amado planeta multidimensional, empezando por sus componentes sutilísimos de Luz.

Después de conocer de esta manera a la Tierra, a través del amor hacia ella y la unión con ella, podremos experimentar claramente casi toda la escala de la multidimensionalidad, desde la frontera con el infierno hasta la sutileza que se conoce en el núcleo del planeta. Habiéndolo aprendido, seremos capaces de «zambullirnos» con facilidad en la Morada del Creador. Así comienza el proceso del conocimiento directo de la Meta principal de nuestra existencia y de todos nuestros esfuerzos espirituales.

¡No obstante, debemos advertir que en este caso es muy fácil caer en la ilusión creada por nuestra imaginación! Debemos comprender claramente que del núcleo del planeta nos separan miles de kilómetros. Por lo tanto, sería oportuno analizar con sinceridad si soy capaz ahora de expandirme, como alma, hasta allí. De no ser así, debo seguir creciendo como corazón espiritual expandiéndome sobre las inmensidades del mar o de las estepas o sobre el magnífico espacio que se abre desde las cimas montañosas.

3. Tercera etapa

La tercera etapa de centración implica la totalidad de la Unión con el Creador. Esto da la sensación de que el centro de mí mismo, como conciencia, se encuentra en Su Morada, mientras que todo el resto que existe en otros eones está, por decirlo así, alrededor y fuera de este Centro*.

Menciono que el Creador se autodenomina «Corazón del Absoluto».

Para cumplir totalmente la segunda y la tercera etapa de centración, se requieren, en el mejor de los casos, años de constantes esfuerzos espirituales. Sobre éstos no tiene sentido hablar mucho en el marco de este artículo, porque aquel que haya alcanzado estas alturas es guiado directamente por Dios, ya bien conocido por tal practicante.

Ahora solamente quiero llamar su atención sobre dos aspectos fundamentales de tal trabajo.

El primero es la facultad de entrar en la Unión con la Conciencia Divina. Para aprenderlo, es necesario empezar a desarrollar dentro de uno mismo una cualidad ética importantísima llamada la percepción modesta y humilde de uno mismo. Si una persona no ha desarrollado esta cualidad, no tiene posibilidades para el progreso espiritual.

¡Fíjense cuánta importancia Jesús el Cristo daba a esto!*

También es importante destacar que la verdadera percepción modesta y humilde de sí mismo (a distinción de sus sustituciones falsas) no puede ser adquirida de ningún otro modo más que a través de cumplir la primera etapa de centración.

El fortalecimiento de los hábitos para la Unión con el Creador se logra a través de entrenamientos especiales en los cuales el practicante alcanza el estado de «no yo». Al realizarlos, la sensación del «yo» se une completamente con el objeto de amor. Y tal Objeto, a la larga, ha de ser nuestro Creador.

El segundo aspecto importante de tal trabajo es el desarrollo de los brazos de la conciencia, que salen del corazón espiritual y que son consustanciales a éste. La mejor manera de aumentar el poder de dichos brazos es «nutrir» a través de éstos, con el poder del amor, primero a los seres vivos concretos, luego a grandes áreas del planeta con todos sus habitantes y luego introduciendo estos brazos en los estratos del Absoluto que rodean al «Corazón del Absoluto».

También pueden encontrar más detalles sobre el trabajo en esta etapa en las obras clásicas espirituales [8]. Por ejemplo, es necesario aprender a unirse simultáneamente con «Lo Que está arriba» y con «Lo Que está abajo», como lo recomienda Hermes Trismegisto en la Tabla de Esmeralda [8].

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