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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
 

El cuento de Matryonushka


Narrado por Lada

Anotado por Anna Zubkova


Editor de la versión rusa Vladimir Antonov

Traducido del inglés al español por
Alfredo Martinez




Había una vez una muchacha llamada Matryonushka. Agradable en rostro y apariencia, ella también era amable con la gente. Su trenza de cabello rubio llegaba por debajo de su cintura. Sus ojos eran azules como los acianos.

Ella vivía sola en una pequeña cabaña en el bosque al lado de un pequeño arroyo de corriente rápida, el cual alimentaba un gran lago.

Pero Matryonushka no era huérfana. Ella aún tenía a su madre y padre, y dos hermanos mayores. Al otro lado del lago, estaba el pueblo donde había nacido Matryonushka, y que era donde vivía su familia.

Pero ¿por qué Matryonushka se vino a vivir sola? Eso es lo que estoy a punto de contarte.

Desde una edad temprana, Matryonushka siempre se destacó por su excepcional bondad.

¡Para cada pájaro u cualquier otro animal, sus pensamientos eran siempre de no causarles ningún daño, sino de acariciarles y cuidarlos tiernamente! Cada pequeña flor, cada pequeño arbolillo, ella les quería a todos como amigos. Cualquier pequeño animal que fuera —perros, gatos, vacas, caballos, cabras, ovejas, pollos o gansos— ¡ella los quería a todos!

Ella también era amable hacia las personas. ¡Siempre estaba dispuesta a ayudar en cualquier forma que pudiera! ¡Siempre tenía buenas palabras que decir sobre todo el mundo! ¡Nunca, siquiera pensaba algo malo sobre nadie!

Su madre y padre no podían estar más felices con ella, teniendo a una hija tan buena en la familia.

Resultó, sin embargo, que vivir con el buen corazón de Matryonushka no era una cuestión fácil.

¿Cómo era la vida en el pueblo? ¡Los pequeños terneros, lechones, gallinas y gallos venían al mundo y eran nutridos, y luego sacrificados por su carne y comidos! Desde tiempos inmemoriales esa era la forma en que se hacían las cosas en esas partes.

Pero cuando Matryonushka creció un poco y comenzó a darse cuenta de esto, la mera visión de esto trajo lágrimas a sus ojos, y se negaba de plano a comer cualquier alimento por el cual había sido asesinado un animal. ¡No importaba lo mucho que trataban de obligarla, ella no cedía!

¡A pesar de todos los intentos de su padre y hermanos mayores por persuadirla y prevalecer por sobre ella, ella no comería nada de eso!

Por su parte, Matryonushka, recogería fresas silvestres y setas en el bosque, y preparar tartas y tortitas para toda la familia. Sin embargo, en cuanto a la carne, se rehusaba a tocarla, como si ella pudiera sentir el dolor del animal asesinado.

De una forma similar, ella siempre podía sentir el dolor de los demás.

Y así fue que cuando comenzó a crecer, Matryonushka pidió a su padre y hermanos que la ayudaran a construir una pequeña cabaña cerca del borde del bosque, y que le permitieran vivir allí separada de ellos.

Al principio, sus padres no querían dejarla vivir por su cuenta, pero luego ellos cedieron, ya que para ese entonces Matryonushka ya era conocida por todo el pueblo, no sólo por lo que muchos vieron como su bondad "extraña", sino también por su habilidad para preparar tés de hierbas medicinales para el tratamiento de diversas dolencias. Ella recogía las hierbas silvestres y las secaba, y sabía muchas cosas que otros no sabían.

Pero, ¿cómo aprendió esto?

Pues bien, desde una edad temprana, a Matryonushka le gustaba hablar con las diferentes plantas.

Si salía a la pradera, comenzaba a hablar con las flores y hierbas silvestres. ¡O podría entrar en el bosque, abrazar un árbol pequeño y también hablar con él!

Podía hablar sobre lo que estaba pensando, y pedir consejo, a una flor o a un árbol.

Al principio, no escuchaba ninguna respuesta. Las flores y árboles se inclinaban o agitaban sus cabezas y ramas, como si le contestaran "sí" o "no".

Luego Matryonushka, algunas veces, empezaba como a escuchar una bondadosa y gentil Voz respondiendo a sus preguntas.

Al principio, pensó que eran las flores y árboles que sostenían una conversación con ella.

Y cuando Matryonushka comenzó a tratar de curar a la gente, se dio cuenta de que la Voz era la Voz de Dios. ¡Era Él, dándole a ella, el importante consejo!

Así, durante el transcurso del tiempo, Matryonushka comenzó a reconocer todas las propiedades útiles de las plantas, cuándo recogerlas, cómo secarlas, cómo hacer infusiones, y qué dolencias podían estas ayudar a tratar.

Y cuando recogía las plantas, ella siempre establecía un punto al decir: —Perdóname por favor, querida plantita. ¡Te estoy recogiendo no por diversión y para tirarte luego, sino para ayudar a tratar las dolencias de la gente!

Y si una pequeña rama era arrancada de un árbol por el viento, Matryonushka recogería las agujas u hojas de la rama para hacer infusiones de estas también.

Luego, pequeños animales del bosque comenzarían a acercársele, a veces para que Matryonushka los curara, y a veces sólo para acurrucarse a ella y ser juguetones.

Así fue que Matryonushka hizo amigos fieles entre los animales del bosque, y las aves volarían a ella y cantarían sus canciones.

Y cuando alguien venía a través del bosque hacia la pequeña cabaña de Matryonushka, siempre había ahí diferentes voces para advertirle.

* * *

Un día, un enorme oso vino a ver a Matryonushka. Su pata había sido atrapada por una trampa tendida por cazadores. El oso había tenido la suficiente fuerza como para arrancar la rama a la que habían atado la trampa, y así escapar. Pero no podía liberar su pata de la trampa. Con las mandíbulas de hierro de la trampa mordiéndole hasta el hueso de su pata, el oso cojeó hasta Matryonushka en busca de ayuda.

El oso era enorme, pero Matryonushka no tenía miedo.

Ella se acercó al oso. —Dame tu pata, mi amigo oso —dijo ella en voz amable—, voy a sacarla de la trampa y a mejorarla.

El oso, agonizante por el dolor, dejó a Matryonushka liberar su pata de la trampa y le permitió aplicar un poco de ungüento curativo en la herida.

Desde ese día en adelante, el oso hizo su casa cerca y se encargó de advertir a Matryonushka de cualquier peligro, actuando como su protector.

Matryonushka observaría el comportamiento de los diferentes animales. Ella se daría cuenta de, qué planta comía cada animal, y con qué propósito.

Los animales no tenían en lo más mínimo miedo de ella.

Y así el conocimiento de Matryonushka creció y creció.

Matryonushka también aprendió —de acuerdo a las Instrucciones Divinas— cómo hacer agua curativa y la mejor manera de utilizar el agua para tratar dolencias.

No pasó mucho tiempo antes de que Matryonushka comenzara a notar que sus manos parecían tener la habilidad de ver. Corriendo los dedos y las manos por sobre el cuerpo de quien estuviera tratando, ella era capaz de ver exactamente dónde estaba el origen de la enfermedad.

Pero más que eso, pronto reconoció que esto no se debía simplemente a las manos de su propio cuerpo, sino que dentro de ellas o más allá de ellas —las manos del alma—. Y era posible usar esas manos del alma para reunir las energías oscuras dentro del cuerpo y expulsarlas.

Y también era posible llenar el cuerpo con luz, similar a la luz solar, y lavar todo en su interior con esta luz.

Gradualmente, Matryonushka quedó completamente segura de que lo que podía escuchar era la Voz de Dios, tanto cuando ella misma hacía preguntas, como cuando Dios Mismo quería decirle algo.

¡Y ella empezó a ver la Luz Divina, en cualquier momento, tan pronto como ella volteaba su mirada del alma hacia Ésta!

También aprendió a cómo fundirse con esta Luz.

¡Y así, esta Luz comenzó a fluir fácilmente a través de sus brazos del alma! Y habiendo fundido con esta Luz, ella podía curar enfermedades.

Además, ella comenzó a notar que era posible para una enfermedad retornar a una persona —sin importar cuanta curación fue aplicada—, si la persona no había cambiado para mejor, o si esta no trataba de hacer frente a la causa de la enfermedad.

Y Dios comenzó a revelar a Matryonushka las causas de las enfermedades.

Matryonushka comenzó a descubrir mucho más sobre cómo curar no sólo los cuerpos de las personas, sino también almas humanas.

Se puso a enseñar a la gente a cómo ayudar a curarse a sí mismos y a los demás, y cómo vivir saludablemente y feliz.

Y así fue que Matryonushka pronto llegó a saber cómo curar cualquier dolencia.

Su reputación comenzó a extenderse, y la gente vendría a verla incluso de otros pueblos lejanos por medicación, consejo y curación.

* * *

Pero algunos también vendrían queriendo que ella hiciera magia y hechicería.

Una chica vendría a pedir una poción de amor para hechizar a un joven con el cual se había encaprichado, porque él —¡sinvergüenza que era!— ¡amaba a otra!

O a la larga vendría un hombre queriendo saber cómo podría hacer matar a un amargo enemigo.

Pero Matryonushka les diría que no debemos desear males a otras personas, que esta no es la manera de pensar y comportarse, pero no había fin para las ideas malvadas que plagaban la vida de algunas personas.

Y Matryonushka entendió que, no sólo los cuerpos podían estar deformados, enfermos y ciegos, sino también las almas.

Pero, ¿cómo las almas podían ser curadas del mal?

Esta era una pregunta que rondaba en la mente de Matryonushka más y más, y algo sobre lo que ella preguntaba a Dios cada vez más frecuentemente. ¿Cuál era el tratamiento contra la malicia humana, la insensibilidad, el resentimiento, los celos y la envidia?

Esta es la respuesta que Dios le dio:

—¡El amor del corazón es la mano que ayuda en todas las desgracias! ¡Este amor necesita ser despertado en las almas! ¡Esta no es una tarea fácil, pero es muy importante!

»En cada uno hay algo bueno, no importa cuán pequeño. ¡Es este algo bueno que hay que aprovechar! ¡Y entonces será posible ayudar a esa alma a encontrar su camino fuera del abismo del mal!

»¡Pero la persona misma debe querer absolutamente que eso suceda! ¡De lo contrario, nada saldrá de esto! Esto es así debido a que cada alma posee libre albedrío. Y cada individuo toma una decisión: inclinarse hacia el bien, o hacia el mal.

* * *

Un día, una chica vino a ver a Matryonushka, quejándose de su suerte en la vida.

—¡Soy tan desgraciada e infeliz! ¡Tengo una hermana que es tan hermosa! ¡Todos los hombres jóvenes tienen ojos sólo para ella! ¡Ella es la única cuya mano ellos buscan en matrimonio! ¡En su presencia, nadie siquiera se percata de mí!

»¿Qué debo hacer para no ser eclipsada por su belleza y vivir siempre a su sombra?

»¡No soy una gran belleza ni especialmente inteligente, y es por eso que toda la atención va sólo a mi hermana! ¡Pero en cuanto a mí, nadie me quiere! ¡Nadie nunca se casará conmigo!

—¿Sabes qué es lo menos atractivo de ti?

—¿Es mi nariz? —preguntó la chica alarmada—. ¿Tal vez es demasiado grande? ¿O es la pequeña marca de nacimiento en mi mejilla?

»¿O soy demasiado gorda? Pero muchos hombres jóvenes gustan de caderas bien redondeadas y pechos rellenos. Yo soy así porque cuando estoy triste, no puedo evitar comer. ¡Después de todo, tenemos que consolarnos de alguna manera!

—¿Así que has decidido que el mejor tratamiento para la decepción es comer algo sabroso? Pero, ¿no puedes ver que esto sólo te reconforta durante el tiempo que tienes el sabor de la dulzura en la boca? —preguntó Matryonushka, con una sonrisa.

—Pero, ¿cuál es el camino a seguir para mí? ¿Cómo puedo librarme de este sufrimiento y de los celos?

—¿Quieres que te diga el secreto de cómo hacerte a ti misma más hermosa? ¡Ves, la cosa menos bella de ti son los celos y la preocupación sólo por ti misma!

—Pero, ¿cómo puedo dejar de ser celosa? Mi hermana se queda con todo, y aun así ¿se supone que debo desearle más bondad y felicidad?

—Escucha: ¡la verdadera belleza yace en la belleza del alma! ¡Cuando el alma es hermosa, entonces es un placer escuchar a semejante persona y estar en su compañía! ¡Así, el rostro de esta persona se hace amable y otras personas no pueden quitar los ojos de la luz del corazón que se derrama fuera del alma!

—Pero, ¿cómo podemos hacer al alma bella?

—¡Tenemos que despertar ese amor del corazón dentro de nosotros! ¡Sí claro, podemos tener envidia de la felicidad de alguien más, pero también podemos aprender a cómo compartir la felicidad, para ser feliz junto con la otra persona!

»Y luego —¡a través de algo tan simple como esto!— ¡tu vida se llenará de felicidad y belleza!

»Deja que te de algunos consejos para ayudarte a comenzar a despertar tu belleza:


¡Elévate con el sol cuando amanezca!

¡Hazlo un día de alegría fresca!

¡Camina esta Tierra sin sandalias

Báñate con el rocío en la mañanas!


Vive desde tu corazón y a través de tu risa,

Del Padre todo el tiempo no apartes tu vista:

Yo rezo, Dios, por favor acepta mi agradecimiento,

¡Por toda la felicidad de este momento!


»Luego, con cada día te volverás más bella, a la par tu cuerpo y tú, como alma!

»¡Cuando sientes a la Madre Tierra debajo de tus pies, fuerza y buena salud vienen a ti!

»¡Cuando te lavas la cara en el rocío, se hace más bella!

»¡Si sonríes desde tu corazón, y acompañas esto a con tus acciones y palabras amables, todos gustarán de ti, y tú te ganarás el afecto de todos!

»¡Y si tú agradeces a Dios por la felicidad que Él te envía, comenzarás a sentir Su Presencia y Ayuda durante todo el día!

»¡Entonces te dará vergüenza ante Dios sentir celos, crear problemas a los demás, perder tu compostura u ofenderte! ¡Por ende, dejarás de hacer estas cosas!

»Y cuando dejes de tomar ofensas, otros dejarán de ofenderte.

»¡Dejarás de guardar rencor y ser celosa, y entenderás, que la felicidad de los demás, también te trae alegría! ¡Y entonces, la felicidad entrará en tu vida también!

»¡Y si comenzaras a sentirte agraviada por algo, volverás tu mirada a Dios y lo pensarás de nuevo! Porque lo que solías pensar que era un problema o un castigo en tu vida no lo era, en efecto, es un castigo, pero a la vez, indicaciones de Dios. Esto, también, es una indicación Divina: ¡hacer tu vida mejor, cambiarte a ti misma para mejor, y dar a otras personas alegría y felicidad!

* * *

Un día sucedió que Matryonushka partió para el río, y dos ladrones con armas de fuego entraron a su cabaña para robar. Ellos creían que a ella le había sido dado un montón de dinero por aquellos a los que había tratado. Ellos no sabían que Matryonushka nunca tomaba pago alguno por sus sanaciones. Pero esto era algo que los ladrones ni siquiera podían imaginar, porque siempre buscaban beneficiarse a sí mismos, y veían la riqueza terrenal como su premio.

Sin embargo resultó que, en casa de Matryonushka, no había nada para ellos robar.

Miraron a su alrededor con enojo: ¿tal vez ella lo había escondido en algún lugar? Pero no pudieron encontrar nada. Sólo hierbas medicinales, infusiones curativas, hongos secos y fresas silvestres.

Decidieron buscar por afuera, en caso que ella tuviera un cofre del tesoro escondido en algún lugar. Para ello, bajaron sus armas y las colocaron junto a la pared.

Luego entonces, el oso, amigo de Matryonushka, se abalanzó sobre ellos. Gruñó con furia y comenzó a perseguir a los intrusos hostiles.

Los ladrones no pudieron agarrar sus armas, porque el oso les había cortado el paso. ¡Así que comenzaron a correr doquiera que sus piernas les llevasen, con el oso en sus talones!

Aterrizaron en un pantano y quedaron atrapados en el lodazal, encontrándose sin poder moverse.

Pero el oso siguió su camino propio, evitando el lodazal.

Poco a poco los ladrones se hundieron en el barro. Cuanto más intentaban salir, más rápido se hundían. Sintiendo que la muerte era inminente e inevitable, les fue recordado sobre sus vidas llenas de actos criminales. Esto los hizo sentir aún más desesperados, y comenzaron a chillar y gritar por ayuda.

Matryonushka regresó a su pequeña cabaña y vio las armas apoyadas en la puerta, con todo el interior dado vuelta. Ella escuchó los gritos que venían de la ciénaga.

Cogió un palo largo y fuerte y corrió al rescate.

Sacó a ambos ladrones, los llevó hasta el río, y les dijo que lavaran sus ropas y a sí mismos.

Luego los llevó a su cabaña, les dio a cada uno ropa limpia mientras esperaban que sus propias ropas se secaran al sol, y les dio comida.

—¿Por qué nos salvaste? —preguntaron los ladrones sorprendidos—. ¡Quisimos hacerte mal, y tú nos respondes con bondad!

—¡Ahora ustedes entienden lo que es la maldad, ésta sólo conduce a la desgracia de aquellos que la eligen! ¡Miren, ustedes quisieron hacerle mal a alguien, pero ustedes mismos terminaron en el pantano y casi perecen!

»El mal en sus vidas es como ese pantano, que les absorbe. ¡A veces no puedes salir del abismo! ¡El mal que ustedes hacen a los demás, almacena gran desgracia para ustedes mismos en el futuro! ¡La peor desgracia posible!

»¡Es por eso que les salvé: para que entendieran esto!

—Pero ¿cómo debemos vivir ahora, ya que no sabemos hacer nada más que disparar nuestras armas y robar?

—¿No pueden cortar leña? ¿No pueden excavar?

—Bueno, supongo que sí podemos…

—¡Entonces salgan al mundo y ofrezcan su ayuda en casas donde hayan mujeres de edad avanzada o viudas, y no haya nadie para hacer el trabajo de los hombres! ¡A cambio, ustedes quedarán más que satisfechos!

»¡En cuanto a las riquezas —olvídense de eso!

»¡Aquellos que se sustentan a través del trabajo, traen felicidad a su vida. ¡Aquellos que se ganan la vida robando, sólo se roban a sí mismos su propia felicidad!

»¡Si ustedes empiezan a llevar una vida honesta, tendrán reservado un futuro diferente!

»¡Y por los pecados de vuestro pasado, pidan también a Dios, perdón, así como a aquellos que han hecho mal!

Así fue que, dos personas que previamente fueron ladrones, salieron al mundo, aprendiendo a cómo vivir sus vidas de nuevo.

Y ahora Matryonushka —como en toda su obra de curación— comenzó a discernir no sólo cómo curar el cuerpo, sino también a dar correctivos para el alma.

Ella comenzó a buscar formas en las que uno pueda ayudarse a sí mismo para hacer su vida mejor.

Ella llegó a pensar cómo las personas pueden aprender a no traer nuevas desgracias y dolencias sobre sí mismas a través de pensamientos impuros y actos injustos.

¡Ella le diría a la gente que, regocijándose en cada día y viviendo una vida de bondad, el amor y la felicidad, es el mandamiento de Dios para todas las personas!

* * *

Un día, un ex soldado caminando con muletas vino a ver a Matryonushka. Su pierna había sido arrancada por una bala de cañón en la guerra, y había quedado lisiado para el resto de su vida. Pero la guerra había lisiado no sólo el cuerpo, sino también el alma.

—Matryona —dijo—. Usted sabe cómo curar a las personas. Por lo que también debe usted saber acerca de todo tipo de venenos, de modo que alguien pueda tomar este veneno y morir sin vivir en la miseria. A veces esto puede ser un gran servicio para ayudar a alguien a partir de esta vida fácilmente.

—¡La duración de la vida de cada uno está determinada por Dios! ¡Si la vida aquí es dura y, estás triste y resentido contra el mundo entero, no mejorará en nada después de la muerte!

—¿Quiere decir que usted sabe lo que sucede después de la muerte?

—¿Cómo no voy a saberlo? ¡Por supuesto que sé! ¡Continuamos viviendo como almas sin nuestros cuerpos! ¡Como fuimos en vida, así permaneceremos después de que mueran nuestros cuerpos!

»Es posible vivir sin un cuerpo, y tal vez esto sea hasta más fácil para el alma. ¡Pero ahí es muy poco lo que el alma puede cambiar sin el cuerpo!

»¡Es por eso que a las personas se les da un cuerpo: para crear el bien y la belleza, para ayudar a otras personas, y para corregir sus propios errores!

—Bueno, si usted es tan sabia, ¿tal vez usted sepa cómo debo continuar con mi vida? Yo soñaba con volver de la guerra, casarme, construir una nueva casa y criar hijos. Y ahora, ¿qué clase de hombre soy yo? ¡Un lisiado! No puedo trabajar un arado, no soy lo suficientemente fuerte como para construir una casa. ¿Quién querrá casarse con un hombre como yo?

—¡Hay una chica quien es querida por ti! Ella estaba esperando a que regresaras de la guerra. Y ahora está esperando a que dejes de intoxicarte con vino, y le propongas matrimonio.

—Pero, ¿cómo sabe eso?

—Todo el mundo viene a verme con sus problemas, dolencias y preocupaciones, y es por eso que yo sé tanto.

—Yo no estoy dispuesto a pedir limosna. ¿Cómo podría hacer una vida con una joven esposa?

—Me dijeron que antes te gustaba dibujar, decorar postigos de ventanas, y hacer cucharas y cuencos de madera.

—Sí, me gustaba.

—¡Bueno, ahí está tu trabajo! Tú puedes vender tus cucharas y cuencos decorativos. Lo que sea que necesites en la casa puedes comprarlo con el dinero que hagas.

—Sí, todavía tengo mis pinturas. Han estado almacenadas por largo tiempo. Pero mis pinceles están bastante gastados. Necesitaré hacer nuevos. Parece que tendré que cazar ardillas.

—¡Tú no debes dañar a las ardillas! ¡Deja que te de esto para la suerte: hazte algunos pinceles!

Con esas palabras, Matryonushka cortó un puñado de su pelo grueso trenzado, tomó un cordel, y se lo dio.

—¡Gracias, Matryonushka! ¡La gente tiene razón en decir que puedes curar lo que sea! ¡Me has dado esperanza! ¡Es como si yo hubiera nacido de nuevo!

—¡Ahora tu felicidad y la de tu elegida dependerán solo de ti! ¡Y no se olviden de invitarme a la boda! "

* * *

Ese soldado no era el único en quedar lisiado por la reciente guerra en ese país. Muchas personas sufrieron gran angustia. La victoria, sin embargo, ¡fue declarada como un gran logro!

El comandante en jefe militar del zar, Príncipe Bronislav, que estaba al mando de todos los hombres del zar, había asegurado muchas victorias y también ganó esa guerra para el zar, pero él también resultó gravemente herido en el combate.

¡Bronislav era valiente, él no se escondía detrás de la espalda de los soldados! ¡A través de su propio valor y audacia, también él inspiraba a otros a actos de valentía militar!

Su gloria era conocida a lo largo de todo el territorio. —¡Él es nuestro héroe! —ellos dirían— ¡Luchó por el zar y su país! ¡Él abrumó a muchos enemigos, y ganó muchas batallas! ¡Él, personalmente salvó a muchos de sus propios soldados! ¡Él es tenido en gran estima por todos! ¡Él ha sido recompensado apropiadamente por el zar en tierras y en oro!

Sin embargo, ¡las heridas de Bronislav no sanarían! Era incapaz ahora de levantarse de la cama, incapaz de recuperar su antigua fuerza.

Una vez de constitución Hercúlea y guapo semblante, ahora pasaba todos sus días confinado en cama, apenas capaz de levantar un brazo, completamente incapaz para ponerse de pie.

La noticia le llegó de la muchacha llamada Matryonushka, quien podía curar cualquier dolencia.

Él envió a su sirviente para descubrir su paradero y averiguar si había verdad en lo que la gente decía acerca de sus poderes curativos.

El sirviente regresó y le reportó que verdaderamente existía tal chica, y que todos los que habían ido a verla habían sido curados de sus dolencias.

Así, llevaron al héroe en una camilla a la pequeña cabaña del bosque donde vivía Matryonushka.

Matryonushka vino a la puerta.

—Deja a tu príncipe aquí conmigo —ella dijo al sirviente de Bronislav—. Tal vez sea yo capaz de restaurarle su salud. Así, en el plazo de un mes, él volverá a ti por sí mismo. Si él no fuera, entonces deberás venir a buscarle aquí.

Bronislav se molestó.

—Pero me dijeron que tú puedes curar cualquier dolencia. Estoy dispuesto a pagar cualquier precio por tú tratamiento curativo. Tengo oro y grandes dominios con casas y jardines. ¡Cualquier cosa que pidas será tuya! ¡Solo restáurame la salud! ¡No es la vida confinada a una cama, impotente y enclenque!

—¡No acepto dinero por mi curación, príncipe! ¡Pero deseo con todo corazón devolverte la salud!

»Pero eso no depende de mí sola. Mucho dependerá de ti también. Y sobre todo —¡en Dios! Es desde Él —a través de nuestras dolencias y sufrimientos— que recibimos indicaciones sobre cómo debemos vivir. ¡Es de Él que recibimos ayuda en este proceso de sanación!

Así fue que el príncipe Bronislav se quedó en la pequeña cabaña del bosque de Matryonushka.

Ella le dio infusiones curativas para beber, y se ocupaba de sus heridas con ungüentos medicinales.

¡Con el pasar de cada día, la condición de Bronislav comenzó a mejorar!

Matryonushka lo sostuvo para ayudarle a salir hasta el abedul que crecía al lado de su cabaña. Ella le dijo que aprendiera del abedul a sentir cómo la fuerza puede retornar al cuerpo también.

—Siéntelo: en la primavera, el abedul atrae la humedad y la fuerza de la Madre-Tierra desde sus raíces hasta la punta de sus hojas para ayudarle a crecer. Él coloca nuevas hojas en sus ramas. ¡Lo mismo sucede también con el cuerpo humano: la fuerza de vida dada por Dios fluye desde adentro y alcanza cada parte del cuerpo y cura todo!

Así ella comenzó a enseñar a Bronislav que, así como respiramos en el aire, podemos respirar en la Luz Divina en toda su piedad, como en el sol de la mañana. Y respirar así, hasta llenar la totalidad del cuerpo con esta Luz a medida que inhalamos, y a expulsar todo lo que no es saludable a medida que exhalamos.

Con el paso del tiempo, el cuerpo de Bronislav llegó a ser bañado más y más con esta Luz. Su antigua fuerza comenzó a regresar.

Los dos pasarían mucho tiempo debatiendo juntos.

Bronislav quería saber todo sobre Matryonushka.

—¿Por qué vives sola en el bosque? Y ¿cómo consigues arreglártelas sin dinero, si no aceptas pago por tu curación?

Matryonushka respondió con una sonrisa, como si las palabras vinieran a ella en verso:

—¡El bosque es mi casa y hogar! ¡Veo la belleza de la Tierra! En verano admiro el verdor, la paz del invierno es blanca y limpia, los colores dorados el otoño traerá, las flores delicadas de la primavera. ¡En primavera mis hortalizas son sembradas, recojo en el verano lo que ha crecido, en otoño las setas voy a secar, esto es todo lo que necesito para continuar!

—¿Pero no te parece aterrador aquí, o aburrido?

—No tengo tiempo para el aburrimiento —dijo Matryonushka seriamente—. ¡Siempre tengo trabajo para hacer!

»En cuanto al miedo —no tengo ninguno, porque tengo a Dios en mi vida—. ¡Todo lo que entra en mi vida viene de Él!

¡Bronislav la escuchaba con una sensación de admiración! Hermosa de rostro y forma era Matryonushka. Pero más que eso, su lucidez espiritual, pureza y fuerza, la calidez de su corazón y su confianza le llenaron de tal placer y alegría, como si él la hubiera conocido de toda la vida. ¡Era el hombre más feliz con vida!

Las conversaciones de Matryonushka con el príncipe también trataron de asuntos serios.

—Bronislav, ¿qué piensas: son los actos de guerra justos o injustos a los ojos de Dios?

—¿Qué hay ahí para pensar? ¡El zar da la orden, y mi deber es llevar a cabo esa orden apropiadamente!

—Pero si se te ordena hacer el mal, llevar a cabo un crimen de algún tipo —¿también llevarías a cabo una orden criminal?

—¡No, yo preferiría perecer antes!

—Pero qué con la guerra —¿es algo bueno o malvado?

—Eso, no lo sé.

—Es por eso que tus heridas están tomando tanto tiempo en sanar, para que puedas pensar sobre esto.

»Debido a que salvaste la vida de otros, tu propia vida ha sido salvada.

»Pero por aquellos a quienes mataste o mutilaste, tú has recibido heridas graves.

»Ahora puedes pensar sobre esto:

»¿Son las órdenes del zar siempre justas?

»¿Era esa guerra justa?

»¿Es aceptable —ante Dios— librar una guerra injusta?

»¿Es heroísmo llevar a cabo órdenes inhumanas?

—Para un soldado, si no lleva a cabo una orden, entonces se le dispara inmediatamente.

—Pero tú, príncipe —el zar te tiene en alta estima—. ¡Él siempre escucha su consejo!

»¡Tú eres un héroe! ¡Nadie va a sospechar de cobardía!

»¡Si el zar piensa de nuevo en atacar otros países, tú serás capaz de detenerlo!

»¡Muchas peleas y disputas pueden resolverse por medios pacíficos!

»¡Dejen a todas las personas vivir en paz y felicidad en su propia tierra!

Bronislav comenzó a pensar en estas cosas. Y fue ahí cuando se dio cuenta de que había cometido muchos actos injustos en su vida y, cuando se hubo arrepentido de esto, fue que quedó finalmente su salud restaurada.

Matryonushka lo llevó afuera y le echó encima agua fría del río con su balde, con lo cual Bronislav fue llenado de una fuerza para el bien mucho mayor que la fuerza que habría tenido antes de su enfermedad.

¡Y en cuanto a sus heridas, ni rastro de ellas permanecieron en su cuerpo!

¡Él estaba anonadado por este milagro!

Al día siguiente, se acercaron para despedirse el uno del otro.

—¿Cómo puedo agradecerte, querida Matryonushka, por haberme recobrado la salud?

—¡Asegúrate de que la sangre de ningún soldado sea derramada en vano, y que nuestro país y otros también, no se vean afectados por la guerra!

»¡Esa es la mejor forma en que me puedes agradecer, y siempre estaré feliz de que fui capaz de curarte!

* * *

Algún tiempo después de eso, un hombre vino a ver a Matryonushka por alguna medicación. Él había llegado de la capital con la última noticia de que pronto habría una nueva guerra, ya que el zar quería conquistar el reino vecino. El hombre pasó a contar cómo Bronislav se había rehusado a tomar el mando del ejército, y que por esa razón había sido declarado culpable de alta traición y enviado a prisión.

Tan pronto como Matryonushka oyó esto, se preparó para partir inmediatamente en campaña.

—Lléveme a la capital en su carruaje —dijo al hombre—. ¡Debo apresurarme! Todo esto es mi culpa: fui yo quien instruyó a Bronislav a vivir bajo su conciencia y a actuar por amor. ¡Así es como lo he metido en problemas! ¡Ahora tengo que ir a su rescate!

—¿Tiene la intención de ir hasta el mismo zar? ¿Es que no tiene miedo de salir en defensa del príncipe caído en desgracia? ¿Y qué si usted no sólo falla en salvarlo, sino que también pierde su propia vida?

—¡No, no tengo miedo! Lo que será, será. ¡No hay escapatoria! ¡Si es necesario, voy a morir por el bien de la verdad!

* * *

Matryonushka, en efecto fue a la capital, pero se negaron a dejarla entrar en el palacio para ver el zar.

Ella se quedó como perdida sin saber qué hacer.

Pero eso no duró por mucho. De repente, el zar cayó enfermo de un padecimiento desconocido y fue puesto en cama. Temiendo la muerte, ordenó salir en busca de doctores.

Fue entonces que las puertas del palacio se abrieron para Matryonushka.

—¡Cúrame! —dijo el zar a Matryonushka—. Me duele el corazón, estoy perdiendo la vista, mis brazos y piernas se están adormeciendo. ¡Siento que la muerte no está lejos!

»Pero este no es momento para que yo muera: ¡la guerra debe comenzar muy pronto! ¡Sin mí, todo aquí será destruido!

»¡Devuélveme la salud! Para esto, cumpliré cualquier deseo que tú tengas! ¡Lo que quieras, sólo pide!

—Pero, Señor, ¿cómo puedo curar su corazón si usted mismo no sabe mostrar amor por la gente? Su propia gente —respondió ella.

»¿Cómo puedo curar sus ojos si no puede ver a Dios a con el alma? ¡Usted mira lo que es bueno, pero lo ve como malo y lo castiga. Y lo que es malo lo proclama como bueno, y usted lo recompensa! ¡Usted intenta llevar a cabo sus intrigas malvadas! ¡Este es el camino por el cual quedará completamente ciego!

»¿Cómo puedo tratar sus brazos, Señor, si los usa para escribir decretos injustos?

»¡Y tiene la intención de usar sus piernas —y las de su ejército— para generar disturbios sobre la tierra de otras personas!

»¡Con el fin de recuperar su salud, debe cambiarse a sí mismo!

—¿Pero cómo?

—En las leyes de su reino —Matryonushka respondió—, se proclama que si un hombre roba algo a otro, entonces es un ladrón y un criminal.

»Y si usted, Señor, desea tomar por la fuerza tierras y riquezas de su reino vecino, entonces también, ¿qué es usted?

—¡Cómo te atreves a hablarle así al zar! —exclamó él con rabia, medio levantándose de la cama con lo último de sus fuerzas.

—¡Usted mismo me pidió que lo cure, así que lo estoy curando!

»¡Si usted no llega a entender el por qué la vida en la Tierra ha sido dada a nosotros por Dios, y cómo esa vida debe ser vivida a los ojos de Dios, no habrá forma de que recupere su salud!

»¡Cada vida humana tiene un gran propósito, el cual está dentro del poder de todos nosotros el entenderlo!

»Ese propósito es el de transformarnos nosotros mismos como almas para mejor y el ayudar a otros.

»Todos, en efecto, tienen un único reino concedido a esa persona por Dios, y que está dentro del alma.

»Cuando el cuerpo muere, las únicas riquezas que tienen importancia son aquellas que se han acumulado en el reino del alma. Sólo ahí las riquezas inmortales de cada uno de nosotros se pueden preservar. Y estas riquezas son bondad, preocupación por los demás, perdón y sabiduría.

»Su cuerpo va a morir, y alguien más va a gobernar su reino terrenal.

»Después que el cuerpo muere, sólo hay un poder en el más allá: ¡el Poder de Dios!

»¡Usted se dará cuenta de que en ese mundo donde se encontrará usted, ningún oro tiene valor!

»¡Y en este mundo habitado por los vivos, usted ya no tendrá influencia alguna sobre el destino de su reino terrenal!


»¡Y sólo tendrá remordimientos ahí por la desgracia y angustia sembrada por sus actos injustos!

»¡Ahora, mientras usted esté vivo en la Tierra, debe entender que su futuro depende sólo de usted, Señor! Examine sus propias cualidades: ¿hay paz y orden, amor y belleza, en su reino del alma, o hay desaliento, ira, sospecha y malicia?

»Estas mismas cualidades separan a las almas también en el otro mundo. Cada uno, elige por su cuenta —a través de pensamientos, emociones y acciones—, a los acompañantes con los cuales esta persona compartirá en el mundo después de la muerte.

»Si nosotros nutrimos la bondad en nosotros mismos, nadie es perjudicado como resultado y nadie es privado de nada.

»¡Y cuando el reino interno de una persona, se vuelve tan sublime como el Reino de Dios, entonces también llega la verdadera felicidad!

»¡Después, esta persona presenta a Dios, todo el reino personal interno, y alcanza el infinito Reino de Dios que no conoce límites, y que es el mismo para Todos Aquellos que Le han Alcanzado!

El zar escuchó, y a medida que entendía las palabras de Matryonushka, parecía sentir una sensación de alivio.

Matryonushka continuó.

—Si hay paz, orden y una comprensión de las Leyes de Dios en su reino interior espiritual, entonces le será fácil a usted el promover el orden en su reino aquí en la Tierra también. Por lo que se volverá capaz de aprender a distinguir entre lo que es bueno y lo que es malo para otras personas.

»¡Si usted despierta el amor en su corazón, si usted comienza a ver todo desde su corazón espiritual, esto será fácil de entender!

»¡Imagínese usted en la posición de alguien condenado a vivir en la pobreza y angustia a causa de sus órdenes!

»¡Póngase usted en la posición de aquellos que son obligados a ir a la guerra y matar a otras personas bajo sus órdenes!

»¡Sienta el dolor de las viudas y huérfanos que han sido dejados sin un sostén de familia!

»¡Sienta el dolor de los lisiados que ahora viven de limosnas, y esto por su culpa!

»¡Está en su poder el mejorar la vida de las personas de su país!

»¡Ahora usted puede hacer leyes sabias y pensar en el orden en su propio país, no soñar con nuevas conquistas y guerras predadoras!

El zar se encontró coincidiendo con Matryonushka, y comenzó a pensar en el bien que se podría hacer por la gente.

Entonces Matryonushka —con la Ayuda de Dios— sanó sus padecimientos.

—¡Pide cualquier cosa que desees! —dijo el zar.

—¿Debo pedirle el no comenzar una guerra con nuestro reino vecino?

—No, no hay necesidad. Ahora entiendo eso.

»¿De qué manera, entonces, puedo recompensarte?

—El príncipe Bronislav está en prisión. Libérelo. Él le es leal y desea el bien para su país!

—¡Que así sea, tu deseo es concedido!

* * *

Bronislav fue liberado de prisión. Su satisfacción al encontrarse con Matryonushka fue indescriptible.

—¡Una vez más me has salvado! ¡De no haber sido por ti, Matryonushka, me habría pasado el resto de mis días languideciendo en prisión! O enviado para ser ejecutado.

—¡Estoy feliz, Bronislav, de que no tuviste miedo de ir contra la voluntad del zar y le dijeras la verdad!

—¡De todas maneras nunca tuve miedo de nada antes. Y contigo, vi a Dios y la verdad de la vida claramente!

»¿Por qué debería ahora tener miedo? ¡Por el contrario, he entendido mucho durante estos días de encarcelamiento!

»¡Sólo hay una cosa que lamento: que no alcancé a declararte mi amor, y hablarte de mi gratitud!

»Matryonushka, ¿te casarías conmigo?

—¿Pero qué clase de princesa sería yo? Soy de familia humilde. El vivir sin mi trabajo, sin curar a las personas —eso es algo que no puedo hacer.

—¿En dónde reside el valor de una persona? ¿Es en el status de aquellos que vinieron antes que ella? ¡Tú misma sabes eso!

»¡Vamos a vivir en mi estado que se encuentra lejos: allá hay bosques, un lago enorme, y mucha gente va a venir a ti por ayuda!

—¿Y qué hay de ti, en el servicio al zar?

—Mi servicio ha terminado. El zar me ha liberado de todos mis deberes. Ya no confía en mí.

—Eso significa que él fue incapaz de superar su orgullo, no admitiría que ha obrado mal contigo. Parece que no lo curé completamente —dijo Matryonushka tristemente.

* * *

Bronislav y Matryonushka se fueron al estado distante y se casaron. Su vida en común era armoniosa y buena.

Matryonushka sanaba a las personas y les enseñaba sobre el bien.

Bronislav parecía no tener mucho que hacer.

Un día, sin embargo, algunos jóvenes vinieron a verle.

—Usted es un héroe —dijeron—. ¡Usted ha ganado muchas batallas! Enséñenos a cómo luchar. ¡Los chicos mayores siguen golpeándonos y bloqueando nuestro camino!

Bronislav aceptó ayudar. Primero, se fijó en lo correcto e incorrecto del tema en cuestión.

Luego, se puso a enseñar a los más jóvenes, que siempre eran acosados, a cómo defenderse a sí mismos y a otros, en una pelea con puños.

Una vez que les había enseñado, los chicos mayores que solían ser los agresores vinieron a ver a Bronislav, admitieron su delito, y también le pidieron que les enseñara.

Y así fue como las cosas continuaron.

Un día, Bronislav le hizo una pregunta a Matryonushka.

—¿Es algo bueno, en tu opinión, que haya empezado a enseñar a los niños artes marciales?

—Sí —respondió Matryonushka—, creo que sí. ¡Pero sólo enseña a aquellos que quieren hacerse fuertes y buenos!

»Es importante enseñar a cada uno de ellos, cómo llegar a ser la clase de persona que Dios quisiera ver que nosotros, Sus hijos, seamos.

»¡Para eso, es también necesario explicar cómo apreciar la belleza, cómo crear bondad, cómo amarnos unos a otros, y cómo servir a Dios!

»¡Y realmente no tiene importancia si tú explicas esto conjuntamente con el conocimiento de cómo cantar hermosamente o cómo estar sano y fuerte!

»Puedes enseñar a las personas sobre:

— el poder del bien;

— cómo defender a los demás y asegurarse de que ningún daño caiga sobre los vulnerables;

— cómo luchar por lo que es correcto y, al hacerlo, no temer a la muerte;

— cómo ser fuerte y no permitir que la debilidad nos convierta en cobardes;

— cómo hacer frente a un enemigo sin ira y enojo;

— cómo aprender a tomar la delantera a través del poder del bien;

— cómo, en la victoria, no ceder al triunfalismo sobre los vencidos;

— cómo echar una mano a los amigos.

»¡Aquellos que son buenos y fuertes pueden lograr cualquier cosa!

»¡Pero si es bueno pero débil, uno es el esclavo de su propia debilidad!

»¡Y también puedes enseñar a las personas no sólo a cómo enfrentar a un adversario, sino también a explicar cómo superar sus propias debilidades y vicios!

»¡Este conocimiento del que hablo —sobre la bondad del alma, sobre Dios— es necesitado no sólo por aquellos afectados por su mala salud!

»También puedes decirle a los sanos acerca de la belleza y el poder del amor. ¡Y puedes enseñar a cómo no rechazar las Leyes del Amor, incluso cuando se lleva a cabo el deber de un soldado!

Y Bronislav comenzó a enseñar estas cosas también. No sólo los niños, sino también los adultos vinieron a aprender. Él les enseñó a cómo defenderse por sí mismos no simplemente mediante el uso de los puños; él les enseñó todo lo que él había aprendido de Matryonushka. Él incluyó todo esto discretamente en el conocimiento de cómo luchar.

Cuanto más Bronislav enseñaba a otras personas, cuanto más él mismo aprendía a entender.

¡Gradualmente, un grupo de fieles seguidores se formaron alrededor de Bronislav, los cuales eran mejores que todas las fuerzas del zar!

En una ocasión Bronislav fue abordado por unos camaradas que querían aconsejarle.

—¡Si tú quisieras, podrías conquistar el país entero! —le dijeron—. ¡Entonces podrías gobernarlo como más te guste! ¡Tú eres de noble cuna, tu reputación es grande, las personas te seguirían!

—¡No quiero una guerra civil! ¡No necesito fama militar! ¡No deseo gobernar sobre las personas!

—Pero, ¿por qué necesitas tal cantidad de partidarios leales?

—Hasta que la paz universal entre las naciones sea establecida en la Tierra, necesitamos de una correcta disciplinada fuerza de apoyo para que la paz y el orden siempre puedan ser defendidos por gente honesta, buena, sabia, valiente e inteligente!

* * *

Pero la paz en ese país no duró por mucho.

¡De alguna forma la gente se olvidó de las lecciones aprendidas en la vida!

A pesar de que el zar ya había contemplado en su cara a la muerte y había comenzado a gobernar más justamente, mucho egoísmo y arrogancia permanecían en él. Una vez más una disputa surgió entre el zar y el gobernante de un reino vecino. ¡Una vez más, las personas de ambos países empezaron a prepararse para la guerra! Los soldados del reino vecino atacaron primero. De nuevo la guerra y el derramamiento de sangre comenzaron.

Pero sin Bronislav, el ejército del zar había perdido todo sentido de cohesión. Como habían dejado de prepararse para la guerra, ¡la disciplina en las filas se rompió! Los comandantes, batallaban entre sí por recompensas, altos rangos y honores, y se olvidaron de las tropas. ¿Qué soldado quiere servir con honor cuando no hay respeto por los comandantes?

¡Así resultó que las fuerzas del zar no estaban preparadas para la batalla! Todo esto se hizo evidente a medida que comenzaron los enfrentamientos. Aflicción y desesperación se extendieron por todo el país, aldeas quemadas, personas muertas.

Los servidores del zar corrieron a ver a Bronislav, gorra en mano.

—¡Nuestro maestro, el Zar, nos ha enviado a verte! —dijeron—. ¡Salva a nuestro país de la invasión del enemigo! Él se disculpa por la manera en que te trató en el pasado, y por el mal que te causó! ¡No le guardes ningún rencor!

Bronislav reunió a sus fieles seguidores.

—¿Puedo ir contigo? —le preguntó Matryonushka— ¡Voy a atender a los heridos!

* * *

Cuando Bronislav añadió la fuerza de sus leales seguidores a las fuerzas del zar y asumió el mando, la guerra llegó a su fin. Las partes en conflicto pronto volvieron a las antiguas fronteras que existían previamente entre los países.

Bronislav empezó a negociar una paz duradera. Pero resultó ser imposible llegar a algún tipo de acuerdo. ¡Tanta sangre se había derramado, tantas personas habían perdido sus vidas, tanto odio había sido generado por la guerra! ¡Lo que todos querían era, venganza! ¡Todos veían sólo su verdad y no querían perdonar a los demás!

Mientras tanto, Matryonushka, estaba atendiendo a los heridos. No había ninguna diferencia para ella si la persona herida era de las fuerzas enemigas o propias. ¡Ella atendía y trataba a todos ellos!

Entonces, el comandante de las fuerzas opositoras, decidió que, si tomaban a Matryonushka como rehén, Bronislav —por el bien de la mujer que amaba— aceptaría todas sus condiciones.

Se apoderaron de Matryonushka, y enviaron un mensajero a Bronislav: —Hemos tomado cautiva a tu esposa, por lo que ahora, Príncipe Bronislav, cumple con todas nuestras demandas.

Ellos le presentaron una lista de peticiones.

Matryonushka, supuso el por qué se habían apoderado de ella y le ataron a un árbol en un lugar prominente. Ella comenzó a pensar cómo podría liberarse.

Entonces, cuando el soldado que la vigilaba empezó a dormitar, ella decidió probar su plan.

Las aves del bosque volaron a ella y desataron las cuerdas de sus brazos. Ella se quitó las ataduras de sus piernas y partió a buscar a su propia gente, sin tratar de ocultarse.

El guardia se despertó.

—¡Detente, o dispararé! —le gritó—. ¡Pero él no era capaz de disparar su arma contra Matryonushka, tal era la compasión que sentía por ella! ¡Porque él había visto cómo Matryonushka atendía a todos los heridos, sin importar de qué lado habían estado luchando!

Matryonushka continuó caminando y se encontró entre las fuerzas enemigas.

Se dio la alarma en el campo enemigo, y comenzaron a perseguirla. —¡Detente, o te mataremos!

Desde el otro lado, ¡los soldados de Bronislav vinieron corriendo a su rescate!

El comandante de las fuerzas enemigas, enfurecido, ordenó a todos sus soldados dispararle a Matryonushka: —¡Fuego! —él gritó.

¡Matryonushka se dio vuelta y miró a los soldados, envolviéndoles en su amor, tratando de liberarlos del mal!

Ni uno solo de ellos disparó.

A ese punto, el propio comandante, impotente y lleno de odio, disparó su arma! ¡Una! ¡Dos! ¡Tres veces!

Sus soldados se arrojaron sobre él, y se apoderaron de su rifle. Pero fue demasiado tarde.

* * *

Bronislav vio esto, y se dio cuenta de que Matryonushka había tratado de traer de vuelta la paz, incluso a costa de su propia vida.

Él levantó el cuerpo de su amada.

Salió entre las dos fuerzas que se oponían y comenzó a hablar sobre la paz, acerca de las lágrimas de madres y esposas, padres e hijos, sobre Dios, y sobre todo lo que Matryonushka le había enseñado.

Nadie se atrevió a disparar su arma.

Combatientes valientes que habían pasado a través de muchas batallas anteriores le escucharon en silencio. Jóvenes soldados bebían de sus palabras en silencio. Ni siquiera los comandantes se atrevieron a formular objeción alguna.

Entonces las fuerzas declararon una tregua. Enviaron mensajeros a sus zares pidiéndoles el declarar una paz duradera entre sí.

Bronislav, inclinándose sobre el cuerpo de su amada, de repente oyó una Voz milagrosa:

—Deja que todos los que deseen ver a Matryonushka resucitada traigan sus manos llenas de agua del río, y vengan de vuelta repitiéndole al agua estas palabras: «¡Vida, Amor, Luz!» ¡Y esa agua se convertirá en el agua de vida!

Bronislav les dijo a todos lo que había escuchado.

Todos como un sólo hombre —soldados y comandantes de ambos conjuntos de fuerzas— sacaron del río las manos llenas de agua, repitiendo las palabras sagradas mientras la llevaban en sus manos. Ellos vertieron el agua en las heridas de Matryonushka.

Incluso el comandante en jefe de las fuerzas opositoras hizo lo propio en un acto de arrepentimiento, tan abrumado estaba él por la valentía y el amor de la mujer que había tratado de servir a las almas humanas.

La última persona en traer su cáliz lleno de agua en las manos fue el propio Bronislav.

¡Cuando abrió sus manos y roció el agua sobre su amada, Matryonushka abrió los ojos y se puso de pie, viva y sana!

Ella hizo una reverencia a todos los soldados.

—¡Ustedes tornaron esta agua en el agua de vida! ¡Ahora vayan y laven a todos los heridos de la misma manera, para que ellos también puedan también ser sanados y resucitados!

Y así es como llegó a pasar que cesaron las hostilidades en esas tierras por mucho tiempo.

El zar de ese país decidió pasar a retiro. Como no tenía sucesores, designó al Príncipe Bronislav para sucederle.

Durante mucho tiempo, Bronislav y Matryonushka gobernaron el país sabiamente. Ellos mismos vivieron felices, educaron a sus hijos, y enseñaron a otros sobre el propósito de la vida en la Tierra.

Ellos dirían, por sobre todo, ¡la verdadera felicidad es lograda sólo en el Gran Amor! Y ese Gran Amor en una persona comienza a crecer desde el pequeño amor, por nuestro interés por cada ser bueno, de escuchar, comprender, ayudar y ser compasivo.

Las personas en esas tierras contaron a sus hijos y nietos sobre Matryonushka y Bronislav durante mucho tiempo.

¡Si la gente fuera de recordar sus enseñanzas, también hoy, habría más armonía y felicidad en la Tierra!

Estimados lectores y oyentes, tal vez ustedes dirán que tales cosas no suceden en la realidad y es sólo en los cuentos de hadas que todo tiene un final feliz.

¿Pero alguna vez se preguntó por qué?

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