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Conocimiento contemporáneo sobre Dios, la evolución y el significado de la vida humana.
Metodología del desarrollo espiritual.

 
¿Por qué los niños son diferentes? V.V.Antonov
 

Trabajo espiritual con niños/¿Por qué los niños son diferentes? V.V.Antonov


¿Por qué los niños son diferentes?
V.V.Antonov

Dos niños me vienen a la mente.

Una vez me invitaron a una fiesta. Había mucha gente, incluyendo familias con niños: iba a tener lugar algún tipo de celebración.

Yo estaba sentado en un sofá. Un bebé se subió a él, se arrastró hasta mí y me dio un beso en la mejilla —¡tan sinceramente; tan fuerte!—. ¡Él derramó su amor sobre mí! ¡Me besó con un amor tan cordial! De no haber estado yo al corriente de su biografía habría pensado que era un estudiante de nuestra Escuela, porque ¡nunca había visto niños así fuera de nuestra Escuela!

Y conocí a otro niño. Me encontré con él varias veces en las calles de San Petersburgo. Probablemente contaba cinco años. Sus ojos tenían una mirada de odio —una inquietante, penetrante mirada de odio a todo y a todos—. Además, este aspecto y estado demoníaco eran inherentes en él.

Lo conocí por primera vez cuando robaba el sombrero de otro niño. Nuestros ojos se cruzaron; me inundó con su odio… y salió corriendo.

La segunda vez que le vi estaba rayando con su cuchillo el automóvil de alguien. Una vez más nuestros ojos se encontraron; otra vez el mismo odio… y de nuevo se escapó.

Estos son dos extremos.

Escuché la idea de que todos los niños son angelitos, que debemos ser como niños y tal y cual. Pero, ¿como qué niños?

Cuando Jesús dijo: «vuélvanse como niños», Él quiso decir la muy específica cualidad de los mejores niños —«la franqueza del alma»—; esto está claro, tanto en el contexto de los Evangelios del Nuevo Testamento (Mateo 18:3, Marcos 10:15; Lucas 18:17) como a partir de los Evangelios apócrifos. Él llamó a Sus oyentes «a abrirse», «a desnudarse» a sí mismos como almas, los unos ante los otros y ante Dios, ¡en delicado amor!

Jesús apuntaba a los buenos, apacibles, sinceros niños. Algunos, sin embargo, son maliciosos, groseros, en extremo egoístas, falsos y miran a los demás tal como las fieras enjauladas miran.

¿Por qué son tan diferentes los niños?

La ciencia materialista ha estado décadas estudiando este asunto. Diferentes científicos, según el perfil de su dedicación, enfatizan los distintos factores que influyen en el desarrollo psíquico de los niños.

Los genetistas hablan sobre el papel de los genes; que los rasgos de carácter supuestamente se transmiten por los genes de igual manera que el color de los ojos y el cabello, u otras características del cuerpo.

Los embriólogos, obstetras y perinatólogos buscan la causa en cómo la formación de las estructuras cerebrales del feto quedó influenciada por las hormonas, el estrés de la madre, la hipoxia, los traumas del nacimiento y diversas intoxicaciones.

Los psicólogos y psiquiatras señalan a diversos factores sociales, principalmente el carácter del contacto del niño con la madre en ciertas «críticas» etapas de su desarrollo. Por ejemplo, se ha demostrado claramente en estudios sobre niños, así como en experimentos con animales, que la falta de armonía en las relaciones con la madre a una cierta edad desemboca en una excesiva agresividad en los años posteriores. Además, los trastornos sociales pueden ser causados por una falta del adecuado contacto con sus iguales durante la infancia [6].

Hablando sobre esto, quiero señalar que todos estos factores desempeñan de hecho un cierto papel.

Las influencias genéticas pueden tener lugar a través de características genéticamente determinadas del desarrollo y funcionamiento del sistema hipotálamo-hipófisis-suprarrenales. Si este sistema es capaz de producir y liberar en la sangre más adrenalina y noradrenalina, tales organismos resultan ser más activos en condiciones normales y extremas. También puede crear una cierta predisposición (no predeterminación) a rasgos del carácter excesivamente agresivos.

Y, por supuesto, diferentes factores que causan daño al feto pueden llevar a distorsiones en el desarrollo de diferentes áreas del cerebro y las glándulas endocrinas, afectando así de diferentes maneras a las características emocionales de alguien en su edad adulta.

Las diversas estructuras cerebrales, responsables de distintas funciones, se forman en momentos diferentes durante la embriogénesis, y cada una de ellas es más vulnerable a factores perjudiciales durante ese periodo crítico de su formación. Por lo tanto el mismo factor perjudicial para el feto, aplicado en diferentes momentos de su desarrollo, conduce a la formación de diferentes distorsiones, las cuales a veces se manifiestan sólo en la edad adulta [5-6].

El factor social también tiene una gran importancia en las edades más tempranas. Por ejemplo, si el niño sufre tensiones emocionales negativas debido a la separación de la madre, o de la persona que la sustituye, en la edad de 6-7 meses a 3 años, entonces en la edad adulta tal persona manifiesta rasgos psicopáticos, incluyendo la agresividad excesiva. Problemas emocionales y conductuales significativos también se producen debido a la falta de adecuado (es decir, natural) contacto con sus compañeros en la infancia [6].

Sin embargo, la razón más importante de las diferencias entre los niños no se conoce en la ciencia materialista moderna. Estriba en el hecho de que no sólo los cuerpos son diferentes, sino también las almas incorporadas. Después de todo, las almas encarnadas en los cuerpos de los niños han sido «adultos» antes; la mayoría de ellas, muchas veces. Vienen con rasgos de carácter y otras particularidades desarrolladas en su historia pasada.

Esto se aplica no sólo a los seres humanos, sino también a los animales. Y esto explica por qué en los experimentos con animales, así como en estudios en humanos, la misma influencia perjudicial no conduce al mismo resultado para diferentes especies.

Imaginen, por ejemplo, dos personas. Una de ellas ya era santa en la vida pasada, y la otra, diabólica. El mismo alto nivel de hormonas suprarrenales en sus cuerpos actuales tendrá el efecto opuesto en ellos. La primera persona se entregará con más intensidad al servicio espiritual; la otra cometerá robo y asesinato con idéntico denuedo.

Además de eso, debemos recordar que la encarnación en cuerpos de diferentes cualidades físicas es determinada por Dios. Por tanto, no existe «mala suerte», ya que Dios planifica y lleva a cabo todo de forma tal que al alma encarnada se le den las mejores oportunidades para su ulterior mejora.

Uno puede preguntar: ¿pueden los cuerpos feos y mutilados ayudar a alguien en el autodesarrollo? La respuesta es sí. Por ejemplo, alguien que en la vida pasada se regodeaba en el poder, si fue cruel con otros y mutiló sus cuerpos, será conveniente que sufra ella misma a fin de darse cuenta de lo que son el dolor y el sufrimiento, y a través de esto aprender la compasión hacia otros.

En cuanto a las encarnaciones de la gente malvada, se necesitan maleantes para garantizar la diversidad de las situaciones de la vida, de tal manera que podamos entender mejor la psicología los unos de los otros. Su destino es la creciente degradación hasta el fondo del fondo, hasta que algunos de ellos cambien y allí, en la sima, en su sufrimiento, comiencen a buscar la manera de salir a la Luz.

Consideremos ahora otro factor que afecta al desarrollo de los niños: su crianza. Es el factor más relevante a analizar en las escuelas espirituales que trabajan con niños.

Recuerdo que un día observé la siguiente escena: un padre de unos 50 años de edad, constitución atlética, bien vestido y arrogantemente seguro de sí mismo, estaba dando «lecciones de vida» a su hija de 10 años. Estaban de pie en un parque y el padre, señalando a la gente que pasaba, «ilustraba» a la hija sobre cada uno de ellos: este es un sinvergüenza, ese otro es un bastardo. La pobre chica le escuchaba con atención y probablemente asimiló para muchos años las «lecciones» de odio del padre. Sólo al llegar a los 20 años mucha gente (no todos) manifiesta la capacidad de reevaluar seriamente todo lo que los adultos les enseñaron antes.

La educación dedicada puede ser o muy dañina o muy útil para los niños. Se les puede enseñar, por ejemplo, el despectivo desprecio y odio hacia todo, o por el contrario se les puede enseñar a amar todo lo que vive; enseñarles que el amor y la armonía son buenos y que Dios quiere que seamos así, etc.

La correcta educación de los niños es el factor más importante de la ayuda espiritual a las personas, la más interesante y merecedora de servicio espiritual.

Esta es también una forma de autodesarrollo en el amor activo y la creatividad intelectual.

* * *

Veamos una vez más los principios fundamentales de la educación espiritual de los niños.

El primer principio es el activo cultivo de las ideas de amor (porque ¡esto es lo principal que Dios quiere de nosotros!), seguido por el principio de ampliar los horizontes de los niños. Debemos introducir en la memoria de los niños diferentes programas de las formas en que pueden vivir cuando hayan crecido. Tenemos que mostrarles que existe el ajedrez, templos de diferentes religiones, la naturaleza que podemos y debemos amar, que hay métodos para atemperar el cuerpo, la posibilidad de expresarse a través de la pintura, la música, la danza, la fotografía, diferentes tipos de deportes, y muy interesantes y distintas maneras de obtener capacitación, y que todo eso puede ser usado para servir a otros, como una manera de darles nuestro amor.

La educación también puede ser dada mediante el ejemplo de los actos de los adultos, cuando los niños en un ambiente relajado presencian las actividades en la escuela espiritual donde estudian sus padres. Como alternativa, se puede conseguir organizando clases y secciones especiales para niños de diferentes edades.

Al mismo tiempo es necesario recordar que existen problemas inaccesibles al pensamiento de los niños. Por ejemplo, la información sobre la existencia de formas de vida no-encarnadas debería serles presentada de tal forma y con un caudal que no lleve a la formación del temor místico. El miedo místico puede volverse una base para el desarrollo de psicopatologías graves, que impiden el desarrollo de un niño.

Además, no hay que enseñar a los niños profundas técnicas de meditación, si no, pueden «perderse», perder el contacto adecuado con el plano material. Necesitamos recordar que todo el mundo tiene que desarrollarse primordialmente en el mundo material, y sólo más tarde será capaz de hollar, con éxito y de forma segura, el serio Camino religioso.

También es necesario proteger a los niños en todo lo posible contra los intentos de diferentes místicos ignorantes para implicarles, bajo el disfraz del espiritismo, en contactos con seres del plano astral, diálogo con «extraterrestres» y demás, así como contra los intentos de involucrar a los niños en experimentos mágicos y ocultos. La participación tanto de niños como de adultos en tales acciones es una vía directa al desarrollo en ellos de patologías mentales graves.

También es muy importante enseñar a los niños a pensar, incitándoles a que lo hagan, por ejemplo, en situaciones tales como resolver el problema de cruzar un arroyo de bosque, la construcción de un fuego para que no cause mucho daño a los seres vivos, etc.

O uno puede hacer a los niños preguntas como «¿por qué?», para que aprendan a encontrar respuestas ellos mismos en vez de recibirlas de los adultos, y así sucesivamente.

Durante la comunicación de los niños entre sí en un grupo, el instructor debe, benévola pero firmemente, detener todas las manifestaciones de tendencias viciosas, tales como la agresividad y la propensión a tomar las cosas de alguien más, incluso si son triviales. Los niños pueden recordar así, por ejemplo, fórmulas tales como: «Jesús el Cristo enseñó que no deberías hacerle a nadie ¡algo que no quieres que te hagan a ti!», o «El que toma sin permiso algo que pertenece a otra persona es un ladrón. Y un ladrón ¡es una persona muy mala!», o «En el excelente libro llamado el Nuevo Testamento está escrito: "¡Amaos tiernamente unos a otros con amor fraternal!". Y lo que tú has hecho… ¿se parece a la ternura?».

Algunos ejercicios de meditación simples pueden ser de gran valor educativo. Por ejemplo, todos los niños pueden imaginar un pequeño sol en el pecho y luego corretear y alumbrarse el uno al otro con la luz del sol visualizado.

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